miércoles, 26 de noviembre de 2014

CORRIGIENDO LA NOVELA

Estoy frente a uno de los momentos que más odio, cuando tengo que presentarme frente a mi obra, y corregirla. Si, he acabado una novela, y ahora... ya, por lo pronto he desechado los diez primeros folios.
La verdad, la primera impresión que me sobreviene es: "¿Esta mierda la he escrito yo?" adelantándome a cuando llega el crítico familiar y te dice: "le deberías dar otra vuelta" y pienso: "menos mal que no leíste el primer intento", aunque claro lo peor es cuando te dicen: "no deberías dar a leer tu obra a nadie antes de corregirla"
Luego están los buenos momentos, cuando no recuerdas algo secundario de la trama y te captura tu propio relato, mientras lees deprisa pensando: "¿cómo resolví yo este lío?" y te sorprendes con tu propio relato, con su contenido, pues he de reconocer que lo mío no es el continente.
A veces, también intento imaginar que diría mi profesor de escritura creativa, y creo que con la novela me diría: "deja de dar explicaciones y cuenta algo" y es que la verdad es que por lo menos lo diez primeros folios... se van a la papelera de reciclaje.
Mis incansables musos tienen más fe en mí que yo talento, y me atormentan con sus voces, convirtiéndome en una escritora delirante, y luego yo les atormento a ellos con mi falta de coherencia.
A esto se une la huida hacía adelante, que es mientras estoy corrigiendo, y en mi cabeza resuena una y otra vez que el libro no es bueno, que no merece la pena, una nueva idea quiere salir, reclama abandonar el mundo de las ideas y penetrar en el de los relatos, y cada vez más te parece que debes dejar ésta y empezar con la siguiente, que será mejor, que tiene mejor argumento.
Probablemente este no sea mi peor momento como escritora, es simplemente que tristemente, corregir una novela es lo más cerca que he estado nunca de otros pasos que imagino más duros. Como mandar los manuscritos a editoriales.
Imagino que será duro mandar el libro y que nadie te conteste. Que dejará la misma sensación que cuando no te llaman de ningún trabajo ni en campaña de Navidad, que vas al C.V. a comprobar si anotaste bien el teléfono. Pero soy valiente y eso no me da miedo, tengo experiencia mandando mi C.V. a más de 1000 sitios sin respuesta, y he seguido en la brecha, y sigo en ella, pues necesito comer. Espero que esa misma constancia no me abandone ahora frente a mi obra, y pueda dar voz a mis musas.

domingo, 23 de noviembre de 2014

EMPEZAR MAL LA SEMANA

Hoy lunes, a las 7 de la mañana, estoy en internet buscando trabajo. Me inscribo en las ofertas, y cuando acabo con cada una de las páginas vuelvo a mi email y veo que sólo me he apuntado ¡tras tanto rato! a unas cinco ofertas.
Es que empezar el día, o la semana buscando trabajo es muy mala manera de empezar. Es muy triste, es como una oportunidad que estás perdiendo continuamente, y luego viene lo peor, los remordimientos de conciencia por la cantidad de oportunidades que perdiste cuando aún creías tener futuro...
Lo más gracioso es que cuando llevas ya treinta minutos en internet buscando te encuentras que cualquier oferta te parece bien, y te preguntas "¿será lo mismo para los seleccionadores de personal? ¿Cuántos más c.v. ven mejor les parecen?"
Es que las ofertas que hace unos años hubieras descartado, tú y casi todos son ahora buenas ofertas ¡qué duro es haber firmado tu propio contrato de esclavitud! (me refiero a la hipoteca)
Aunque luego está lo de las páginas en las que estás inscrita y no te acuerdas, de tantas como te has apuntado. De pronto en un meta buscador de empleo te encuentras una buena oferta, te vas a inscribir y resulta que tienes ya dentro tu c.v. anterior. Pues esa es otra, frente a la desesperación no paras de cambiarlo por si acaso por lo que no te llaman es por que tu c.v. no es "adecuado" o "bonito"
Bueno, ya me he deprimido yo este lunes, no quiero deprimir a nadie más, parece mentira que lo que pretenda con el blog es tener uno de humor...

lunes, 3 de noviembre de 2014

EL MENSAJE

Había una vez una chica, que estaba siempre encomendada a la suerte, al Karma, a los rezos, a su religión, y a todas las creencias que le llegaban a través de redes sociales. Cualquier consejo de palabras bonitas que le llegaba los cumplía. Era una bien pensante, trabajadora incansable, incapaz de rendirse, pues consejos sobre no rendirse hay a montones.
El caso es que no hay quien le pueda negar el mérito, pues llegó lo más alto que pudo, al límite de lo que su clase social le permitió. Pues no nos engañemos, el techo de cristal es muy visible para las mujeres, pero sobretodo es descarado para las/os obreras/os. (Y doble si eres mujer)
Incluso, superó a muchos de aquellos, que siendo de más clase social de origen, que ella, eran más tontos, o menos trabajadores.
Así cuando los familiares y amigos ya creían que iba a reventar de tanto como trabajaba y perseguía sus sueños, logró ser una aclamada, y famosa... empresaria.
Pero, resultó que, por un paso mal dado, por un revés inesperado, por una de esas circunstancias que una no puede ver venir. Se vio dando explicaciones frente a la prensa por una gestión mal hecha.
Y cuando el periodista de turno le dijo:
- ¿Cómo se explica usted este error tan grave y tan poco propio de usted? - Ella rauda contestó.
- Es que verá... recibí un mensaje de esos de reenvíalo a diez amigos o algo horrible te pasará, y no lo pasé. El estrés, tenía muchas cosas en la cabeza...
Cuando cayó en desgracia, no encontró otra explicación.