domingo, 28 de abril de 2013

POETAS MALDITOS

            El otro día estuve hablando de escritores alcohólicos, pendencieros, aparentemente fracasados… es una imagen que no sólo se gasta con los escritores también con los pintores.
            Es algo muy bueno que tiene la literatura, dedicarse a escribir en tu casa, como la historia está llena de escritores que murieron en la miseria y/o el anonimato y luego se hicieron mundialmente famosos es algo que nunca te puede decepcionar.  Siempre puedes pensar: “que tú eres un empresario de éxito que vives en una casa estupenda (que además ya tienes pagada), pues yo cuando lleve cien años muerta fijo que ya soy mundialmente famosa” incluso puedes morir con esa esperanza. Es un camino muy amable pasar a engrosar la lista de los “poetas malditos” si no fuera como yo no escribo poesía.
            Así que desde aquí hago un llamamiento a los editores y buscadores de talentos literarios, me gusta beber, llegar a casa de madrugada, arrastro los píes como las deudas, estoy enfadada con el sistema, el gobierno, el gobierno anterior…
            Vamos que cumplo las características para ser uno de esos artistas cuya biografía se cierra con un suspiro en los labios y mirada de melancolía con la pregunta de si le valió la pena.
            ¡Anda! ¡Vaya! que no basta con tener esa actitud y esa mala suerte, también hay que tener talento, ¿en serio? Pues vaya, espero que el talento no sea la característica más importante de todas, pues estaríamos apañados.
            Pero vamos, que da igual, quien quiera ser escritor tiene esa ventaja, siempre puede creer que ya se hará famoso cuando haya muerto.

domingo, 14 de abril de 2013

SOMOS SUFICIENTES EN EL PARO COMO PARA MONTAR OTRO PAIS.

             No me gusta que la gente diga cosas de las que no tiene constancia, luego las lees o las oyes, te las crees y acabas haciendo el ridículo cuando se las dices a alguien que sabe más que tú.
            Pero tengo un dato en la cabeza no constatable desde hace muchos años, algo que se me viene de vez en cuando  a la mente, creo que lo comentó una vez un profesor mío en clase, decía que durante la Revolución Industrial hubo dos profesiones que daban especialmente miedo a los que querían preservar el Status Quo, una de ellas era una que venía ya de un gremio, los impresores. Pues sabían leer, escribir, podían hacer panfletos y dentro del proletariado eran algo más culto por lo general. Otro de los grupos a los que temían eran los mineros, pues las penurias les habían hecho más guerreros y porque sabían manejar explosivos.
            No sé si esto lo comentó algún profesor mío, si lo oí alguna vez en la radio, o me lo comentaron en un bar tras unas birras de más, pero es una teoría de la que estoy segura de dos cosas: una que no es mía y la otra que es bastante convincente.
            Hace unos meses hice el curso de Manipuladora de Alimentos, ya hice una entrada sobre esto y el sabor de la carne, resulta que muchos éramos parados de muy larga duración, gente que como yo, estudiaron por vocación, pero en medio de todos nosotros empezaron a surgir, que si una arquitecta, unos auxiliares administrativos, unos economistas, diplomados en empresariales, licenciados en derecho…
            Vamos que si durante la Revolución Industrial tenían miedo a los impresores y a los mineros, hoy en día ¿a quién deberían tener miedo? ¿Si somos tantos los sectores profesionales fastidiados que podríamos montarnos un país? ¿A cual de nosotros nos deberían tener más miedo? ¿a los politicólogos? ¿los economistas?

domingo, 7 de abril de 2013

LOS TRES CERDITOS

            Es muy recurrente utilizar los cuentos infantiles para expresar en tono jocoso e irónico asuntos de actualidad, por eso intento evitarlo, pero en esta ocasión no puedo, si no lo digo reviento.
            Hay un cuento infantil que habla de tres cerditos, refresco la memoria, uno con una casa de paja, llega el lobo la sopla y se la tira, otro con una de madera, llega el lobo y se la tira. Pero como tienen un hermano que se gastó el dinero en una de ladrillo y se hipotecó van corriendo a esa casa donde ya pueden vivir tranquilos los tres pues el lobo no la puede tirar.
            Pues bien, si ese  cerdito con casita de ladrillos hubiera sido español ya sabemos todos como hubiera continuado el cuento. Hubiera llegado la crisis se hubiera quedado en el paro, le hubieran echado de casa y se habría tenido que ir con sus hermanos de vuelta a una casa de paja, pero con una diferencia, el pobre cerdito que tuvo su casita de ladrillo y su hipoteca seguirá pagándola toda la vida mientras que los que se construyeron casas de madera y paja, bueno, por lo menos podrán empezar de cero.
            Y así acaba el cuento ahora, el cerdito con casa de ladrillo viviendo de la caridad de los otros dos cerditos de por vida, pues nunca podrá tener nada suyo, pues le confiscarán hasta la herencia para pagar una casa en la que nunca podrá vivir.